La Cordillera Blanca corresponde a una fracción de la Cordillera de Los Andes ubicada en el centro norte del Perú. Su nombre se debe a la gran e invaluable cantidad de cumbres cubiertas de nieves eternas que la conforman; la mayoría de ellas poseedoras de imponentes siluetas que deslumbran por su vasta belleza. Es por lo anterior, que la Cordillera Blanca es desde hace décadas un destino recurrente para montañistas del mundo entero que cada temporada llegan hasta el Perú en busca de aventuras y desafíos en sus altas cumbres.
Ubicación
En términos políticos la Cordillera Blanca se ubica en Perú, en el departamento de Ancash, a 408 kilómetros al norte de Lima, la capital. Este cordón de montañas, el más alto del país, se extiende de norte a sur por 180 kilómetros y se encuentra dentro de los márgenes del Parque Nacional Huascarán, un espacio natural protegido que cuenta con 340.000 hectáreas que han sido declaradas por la Unesco como Reserva de la Biósfera y Patrimonio Natural de la Humanidad. En términos geográficos la Cordillera Blanca se emplaza en el centro norte del país sirviendo de límite oriental al Valle del Callejón de Huaylas que por el poniente se ve delimitado por la más baja Cordillera Negra. Por el Callejón de Huaylas corre el río Santa que sirve de fuente de vida para distintos poblados siendo el más grande Huaraz, capital del departamento y la llamada capital del montañismo en Sudamérica.
Huaraz
La ciudad de Huaraz se sitúa en la ribera oriental del río Santa, en la medianía del Callejón de Huaylas, a una altura promedio de 3.050 metros y muy cerca de las montañas; de hecho, desde el centro de la ciudad se tiene una espléndida vista de nevados como el Vallunaraju o el imponente Huascarán. Esta cercanía a los nevados hace de esta ciudad el lugar idóneo para gestar las expediciones a los macizos. Al caminar por las calles de Huaraz se puede apreciar cómo se mantiene viva la historia y tradición de la cultura andina del Perú que se resiste a los embates del mundo occidental y a los efectos de la globalización, negándose a morir en el olvido. No es raro ver a las pastoras ofreciendo, en quechua, sus productos en la calle a la vez que los bares se rebalsan de turistas de habla anglosajona. El choque cultural es notorio, sobre todo en temporada alta cuando son miles los visitantes que llegan desde todo el mundo a esta pintoresca y turística ciudad atraídos no sólo por las maravillosas montañas de los alrededores, sino que por una gran cantidad de atractivos como lo son sus numerosos ríos y lagos, y a las infinitas posibilidades para practicar deportes al aire libre. La amabilidad de su gente, la belleza del entorno y el contraste cultural que se encuentra en Huaraz, encantan. Creo sinceramente que es un lugar que vale la pena conocer, incluso si no eres montañista.